Mi gato me cuenta que nadie puede
atisbar mejor que él la inmensidad del cielo sin que el vacío de la
noche se le eche encima. Nadie sobrelleva mejor el incierto devenir
existencial como el que vive en libertad por excelencia, ya que el circo
de emociones cesa, y el peso de la agonía se diluye entre la intensa
vida que exige el tributo a la manumisión. Nada es gratis en esta vida, y
mi gato aprendió a maullarme con un sonido propio sabiendo que es el
que mejor se adapta a mí, para poder contarme todas esas cosas que sólo
los gatos saben, y que no acaba de comprender nadie, porque el peso de
las ataduras nos sojuzgan a la razón, y nos ciñen a la tierra como
patéticas lapas pegadas a las rocas. ¿Qué es lo que me susurra mi gato?
Mi gato no susurra nada que no conozcamos ya, pero echando mano de su
fina sabiduría, acercando su hocico a mi oído, me cuenta que la verdad
se vive, y que no se enseña, y que todo aquél que quiera acercarse a la
realidad tiene que participar en ella. Mi blog está abierto para poder
vivir la realidad desde el ejercicio de la libertad de opinión, y
después de tanto tiempo, tuvo que ser un gato el que me recuerde que les
diga que un breve comentario siempre viene bien, y que cualquier cosa
que digan siempre será un minuto de vida más en este breve espacio de
orfebrería intelectual, en esta bagatela popular brindada gratuitamente
para que todos seamos dignos de vivir en libertad. Gracias.
(De mi anterior blog Iam Salty Blog Hymn To Freedom)
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